Recuerdo tiempos, no muy lejanos, en los que el fallecimiento de un cliente, titular de una renta vitalicia, sólo nos causaba dos pesares: el de la pérdida del cliente como persona y el de la bajada de saldos en intermediación. Ahora hay que añadir un tercero mucho más aterrador: la tramitación del siniestro. Hace unos…